martes, 3 de diciembre de 2013

El Rock Progresivo de los 70

El Rock Progresivo (también denominado Rock Sinfónico) y gran parte de los géneros musicales aparecidos con posterioridad,  deben su aparición a la figura de un nombre clave, Robert Moog, el creador de lo que hoy conocemos como sintetizador, que llevaría su apellido. Un instrumento electrónico con el que se podía crear una variedad inmensa de sonidos, que por aquellos tiempos en los que la informática no había explotado definitivamente, supuso una auténtica revolución tecnológica para la música electrónica y el Rock. La etiqueta de Rock Progresivo hace referencia al carácter experimental  de la mayoría de bandas  y a los cambios de registro habituales en sus temas a través de estructuras extensas que evolucionan progresivamente de pasajes caracterizados por sonidos acústicos herederos de la música de cámara, a otros amparados en la acumulación de instrumentos del jazz más vanguardista, con en el ímpetu del bajo. Grandes creadores de atmósferas caracterizadas por una poderosa épica de ciencia ficción y fantasía, con los sintetizadores y en el virtuosismo de sus músicos por bandera. Una música con un arraigo muy especial  a una década tan peculiar, con la influencia siempre presente del LSD, como fue la de los 70, en la que grupos de un marcado carácter instrumental consiguieron arrasar en ventas; un aspecto que hoy en día parece una quimera. En las propuestas más radicales solían haber dos temas por disco, uno por cada cara del vinilo, aunque también proliferaban álbumes con temas de más 20 minutos en una cara y temas con una duración más convencional en otra.


Si tuviese que decantarme por un grupo de este subgénero musical rockero en la década de los 70 sería, sin duda, por King Crimson y su vanguardista y experimental sonido. Posiblemente la banda más influyente, dentro y fuera del  Rock progresivo en los inicios de la década,  y el  que mejor supo adaptarse al declive que se produjo tras la crisis del petróleo en 1973, a pesar de sus cambios constantes de formación y sus grandes periodos de inactividad. Una banda que siempre transitó al margen del resto en la década dorada del Rock Progresivo llevando los límites de la experimentación hasta las últimas consecuencias, y que supo acoplarse a las décadas siguientes mutando su sello sin perder un ápice de su acentuada personalidad, auspiciada siempre por la personalidad de su peculiar líder y guitarrista, el gran Robert Fripp, precisamente el único miembro de la banda que ha permanecido en la formación durante toda su extensa trayectoria. Fripp es un tipo muy respetado que fuera de la década de los 70 coqueteó con bandas punks y de New wave, aparentemente en las antípodas del Rock progresivo. En la primera etapa del rey carmesí (con pequeños cambios en la formación) parieron discos de la talla de In the court of the crimson king o Islands, aunque fue a partir de 1972 cuando logró  una mayor estabilidad con una formación fija (el bajista y vocalista John Wetton, Bill Bruford a la batería, David Cross al violín y el omnipresente Robert Fripp a la guitarra y melotrón) acercando sus sonidos vanguardistas al Hard-rock con discos de la envergadura de Red o Larks' Tongues in Aspic. A partir de los 80 la banda también se asentó con una formación con pocos cambios en la que destacaba la presencia de la voz de Adrian Belew, antiguo miembro de los Talking Heads y el bajista Tony Levin.


Mención especial  también para otra de mis bandas favoritas, Emerson, Lake & Palmer, posiblemente el grupo con un sonido más contundente e influyente en sus inicios en lo que se llamó Moog- rock, y el que llevó más lejos la fusión del Rock con el Jazz y la música clásica gracias al carácter extrovertido y el talento de su teclista Keith Emerson, quien se erigió en el Jimmy Hendrix (de quien se dijo que estuvo a punto de formar parte en el trío) de los teclados por sus poses imposibles y su enorme técnica. Una banda acusada por un sector de la crítica (muy hostil con el trio británico) de pretenciosidad y grandilocuencia en su sonido y sus espectáculos en directo, que asesinó por agotamiento el sonido del Rock Progresivo, tras un periodo prolífico y sublime que abarcó desde 1970 a 1973, en el que publicaron álbumes visionarios del calado de E,L&P, Tarkus, Pictures at an exhibition, Trilogy o Brain Salad Surgery que han influido a una ingente cantidad de músicos de todo el mundo y las épocas. Gran parte de la culpa de la decadencia del trío británico, además de la falta de inspiración creativa de todos sus miembros, la tuvo la evolución de su cantante Greg Lake, miembro fundacional de King Crimson y una de las voces más sugerentes de la música setentera (Epitaph, In the Court of the Crimson king) que mutó en una versión muy alejada de la anterior a partir de Works, el disco que (aunque todavía mantiene el tipo con temazos como Fanfare for the Common Man) supuso el comienzo del ocaso del trío británico por la lucha de egos que llevó a otorgar una cara de cada vinilo a cada uno de sus miembros por separado, y por el empleo de una orquesta para su gira en directo que les trajo grandes quebraderos de cabeza económicos. Todas las reuniones posteriores en forma de disco de estudio fueron muy decepcionantes, con un sentido radiofónico que no les sentó demasiado bien, pero al menos sirvieron de excusa para tocar los temas de su etapa más vanguardista en directo. Talento puro.


Esta nulidad de ideas no fue sólo cosa de Emerson, Lake and Palmer, ya que el resto de las bandas potentes de este subgénero musical, léase Yes, Camel, Genesis, Pink Floyd, Jethro Tull, Rush y compañía entraron en barrena, en mayor o menor medida, con la aparición del punk, movimiento musical que surgió como respuesta al acomodaticio estado en que entraron las grandes bandas de Rock setenteras. En los años 80 hubo varios intentos de relanzar el género como la aparición de Marillion (un calco a la etapa de Genesis con Peter Gabriel) y Asia (con un sonido mucho más próximo a la música AOR que al del Rock Progresivo de la década de los 70). En ese periodo, las grandes bandas supervivientes perdieron gran parte de de su sello en pos de un sonido más radiofónico, deudor del de Alan Parsons, con una elocuente falta de originalidad y poco espacio para la experimentación. En los 90, grupos como Porcupine tree intentaron hacer renacer de sus cenizas al Rock progresivo. Sin embargo, considero que la aparición del Post-rock y de ciertas bandas electrónicas, resultaron más fieles al espíritu setentero que las bandas surgidas desde esas fechas hasta nuestros días.







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